Inglaterra, Austria, Prusia y Rusia fueron las potencias protagonistas del Congreso de Viena (1814-1815), y el canciller austriaco Metternich, el arquitecto de la nueva Europa. Los acuerdos llamados a tener más trascendencia fueron la restauración de las dinastías destronadas por Napoleón y el trazado de nuevos límites. Francia perdió todas sus conquistas, aunque se mantuvo la frontera del Rin; Austria volvió a configurarse como antes de la primera coalición y se incorporó el N de Italia; Suecia se anexó a Noruega; se reorganizó el reino de Holanda absorbiendo el Flandes austriaco; Prusia ganó extensión; y Rusia se incorporó gran parte de Polonia, toda Finlandia y otros territorios del E europeo.
Para combatir la Revolución, se constituyó la Santa Alianza, inspirada por el zar Alejandro I. Sus signatarios se comprometían a la mutua defensa de los que se tenían por valores intangibles: la monarquía y la religión, para lo que se recurría, si se era preciso, a acciones bélicas comunes.
Nos informó...
Vicente Villacampa (Licenciado en historia). Enciclopedia temática autoevaluativa integral. "La reorganización en el viejo continente". Distribuidora y Editorial: Latinoamericana S.A. España. 1998.
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