Concluida la toma de Granada (1492), Castilla, que contaba con una poderosa marina y se hallaba en mejor situación que otros países europeos, decidió dirigir el impulso conquistador hacia otras tierras, y emular a Portugal en la búsqueda de nuevas rutas ultramarinas. Estos planes se concretaron cuando el experimentado navegante Cristóbal Colón, presentó a los Reyes Católicos un proyecto de expedición para llegar a Extremo Oriente siguiendo la ruta atlántica. Este proyecto fue fruto de su relación con el cosmógrafo florentino Paolo del Pozzo Toscanelli, pero los cálculos eran incorrectos. Se estimaba, en efecto, que el diámetro de la Tierra era inferior al real, que entre las costas de Europa occidental y las de China y Cipango (Japón) había menos distancia y, por supuesto, que no existía continente alguno en medio.
En abril de 1492 se firmaron las capitulaciones de Santa Fe entre Colón y los Reyes Católicos, por las que aquél era nombrado almirante y podría reservarse la décima parte de los tesoros que allegase. La expedición partió el 3 de agosto del puerto de Palos, y la integraban la Nao Santa María y las carabelas Pinta y Niña. Estas embarcaciones eran singularmente aptas para la navegación oceánica, y derivaban de modelos árabes transformados por los portugueses. El 12 de octubre de 1492, la expedición llegó a Guanahaní o San Salvador, y el viaje se completó con el descubrimiento de Cuba y La Española.
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Vicente Villacampa (Licenciado en historia). Enciclopedia temática autoevaluativa integral. "El descubrimiento de América". Distribuidora y Editorial: Latinoamericana S.A. España. 1998.
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